A continuación ponemos a disposición de ustedes un clásico de los estudios de la etnohistoria ecuatoriana. Se trata de 'Los señores étnicos de Quito en la época de los incas', del historiador estadounidense Frank Salomon, publicado en 1980 por el Instituto Otavaleño de Antropología. Como siempre, la caja de comentarios está abierta al final de esta entrada para abrir el debate. Les invitamos a dejar sus opiniones.
'El décimo capitán Challcochima'. Ilustración del general quiteño Calicuchima en 'Nueva Crónica y Buen Gobierno', de Felipe Huamán Poma de Ayala. (1615).
Este es un libro trascendental para comprender la historia de Quito y una demostración contundente de cómo se investiga para reconstruir el pasado. A partir de los documentos más tempranos aparecidos inmediatamente después de la conquista española -los libros de cabildos de Quito, las crónicas, los juicios, los testamentos-, Frank Salomon reconstruye la vida de la sociedad norandina que conquistaron los incas. Y lo que descubre no es un reino de los Shyris, por más que se lo siga repitiendo en textos y discursos, sin más base que lo dicho por el P. Juan de Velasco, sino un conjunto de señoríos étnicos, de jefaturas o curacazgos, una forma de organización social que estaba en trance de volverse estatal, pero que aún no era estado y menos, reino. Fueron esos señoríos los que los incas conquistaron y en cuyo mercado y adoratorio empezaron a construir la ciudad inca de Quito, como “un nuevo Cusco”.
La primera versión en español de Los señores étnicos de Quito se basó en la tesis doctoral de Salomon y apareció en 1980 en la Colección Pendoneros, que editaba el Instituto Otavaleño de Antropología. El autor siguió trabajando y solo en 1986 publicó su obra en inglés, que ha tenido varias reimpresiones y se ha convertido en un libro clásico en el mundo académico angloparlante, no solo entre los interesados en la historia andina sino como un modelo de trabajo de la etnohistoria.
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La historia, en una de sus acepciones más convencionales, es el análisis del cambio real; lo que semánticamente es cierto para nosotros debe serlo para los demás. Las únicas estructuras de un texto son aquellas que son legibles en la superficie y que van formuladas en términos explícitos. ¿Y lo Otro?, ¿lo que no queda en el texto, lo que está allí pero sin formular, eso que no pertenece al mundo de los hechos? Un texto puede privilegiar un relato específico o puede, por el contrario, abrir el horizonte, más o menos extenso, del conjunto de mitos, ritos e instituciones de los que dispone una cultura.
El libro de Frank Salomón Los señores étnicos de Quito en la época de los Incas (su tesis doctoral para la Universidad de Cornell, 1978), es un texto coherente en sus líneas y sugerente entre lineas.
El autor renuncia a toda esperanza de conocer el pasado “como sucedió realmente”, aseveración que coloca su texto por fuera de la historiografía tradicional. Se trata, como él mismo lo dice, de una etnografía del pasado andino del norte del Ecuador.
Los términos utilizados en su trabajo, términos como “redistribución”, “llajta”, “aswa”, “ch'arki” y otros, provienen de su conocimiento de la cultura desde adentro, de su conocimiento del quichua.
Los españoles, en su concepción medieval de la propia cultura, tienden a favorecer en sus crónicas las instituciones indígenas que se asemejan a los modos de gobierno de la Península, -estados y reinos corresponderían de alguna manera a los ideales europeos de monarquía e imperio-, y a ignorar a los cacicazgos, orientados por señores naturales, que les recordaban a los caballeros españoles cuyas “luchas de bandas y linajes” amenazaban al naciente estado nacional.
El libro de Salomon está dedicado precisamente a los cacicazgos del área de Quito. Se nutre de la amplia documentación administrativa y judicial de las comunidades indígenas, inaugurando, para el Ecuador interandino, esta nueva modalidad de trabajo histórico basado en fuentes primarias. Estas fuentes tienen la ventaja, sobre las fuentes convencionales, de dejar traslucir las creencias indígenas acerca de su propia cultura.
El problema de los “Andes de páramo” en contraposición a los “Andes de puna”, fue reconocido por el geógrafo alemán Carl Troll (1958, 1968) en sus investigaciones sobre los Andes. En Colombia, G. Reichel Dolmatoff (1961), especifica la influencia del variado medio ambiente de los Andes de páramo sobre el desarrollo de los cacicazgos subandinos, nombre con el cual designa a los cacicazgos colombianos.
¿Quién es el protagonista de esta etnografía sobre los señores naturales de la provincia de Quito? La “llajta”, “el pueblo de naturales”; su caracterización es, quizá, el mayor aporte de este sorprendente libro; comunidad que el autor estudia dentro de una perspectiva regional, y en sus relaciones con las comunidades “yumbos” de las vertientes templadas de las dos cordilleras, estableciendo de una vez por todas, y de manera fáctica, la articulación económica costa-sierra-selva.
El maíz es otro de los actores principales de este relato, el maíz en la esfera de lo político, de lo económico y de lo ritual.
Dos autores, Frank Salomon para el Ecuador interandino, y Michael Taussig para Colombia, comparten una misma preocupación: discernir la naturaleza ambivalente de las relaciones entre los habitantes de la sierra y los de la selva tropical húmeda, en lo económico y en lo religioso, respectivamente.
En lo que concierne a la parte sur de los Andes colombianos, el libro de Salomon introduce una serie de personajes cuya presencia se intuía de manera algo vaga. Se trata de los mindalaes, o indios mercaderes, una institución indígena limitada a la frontera norte del Tawantinsuyu, ya que las evidencias de su existencia al sur de Quito son muy pobres.
Con la introducción de estos mindalaes en la escena, la articulación económica deja de ser una hipótesis para convertirse en un hecho. El estudio de esta institución aborigen enriquece notablemente los mecanismos de funcionamiento del comercio interregional, de comunidades que no fueron favorecidas por los relatos de los cronistas mayores.
Respecto al caso Pasto y al avance incaico dentro de dicho territorio, el trabajo de Salomón es muy sugerente. En la época en que él redactó su tesis doctoral, no se conocían los datos arqueológicos y las fechas absolutas que se conocen ahora. Sabemos, por ejemplo, que, contrario a lo que afirma Salomon, los pasto sí incluyeron dentro de su microverticalidad las tierras productoras de coca, algodón y ají, ya que poseían colonias permanentes en el valle del Chota, donde había cultivos extensivos de los tres productos y en menor escala, sobre las terrazas del río Guáitara.
El estudio de los Pasto y sus vecinos, grupos ubicados en los límites septentrionales del Tawantinsuyu, permite mirar muy de cerca, instituciones, mitos y ritos aborígenes que más al sur fueron sustancialmente alterados por la conquista efectiva de los incas. Los trabajos de Salomon, en general, alientan y estimulan las investigaciones sobre estos cacicazgos andinos que los estudiosos del Tawantinsuyu han dejado de lado, subyugados por la presencia del aparato estatal.
María Victoria Uribe
Arqueóloga
Reseña publicada en Boletín Museo del Oro. N° 18, Enero-abril de 1987, Bogotá, Colombia.
Puedes descargar el libro en la siguiente dirección:
https://biblio.flacsoandes.edu.ec/libros/digital/51654.pdf
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